Espacio para la reflexión de temas en torno a asuntos de género, cuerpo y laicidad.

jueves, 29 de enero de 2009

Una frase motivacional

Vive tu vida de tal manera quecuando tus pies toquen el suelo en la mañana,el diablo se estremezca y diga..."¡¡¡En la madre.... ya se levantó!!!"

1 comentario:

  1. Cortos de Laica 166



    El erotismo recorre la escala más sensible de las fascinaciones humanas, aquella que transita entre la vida, el amor y la muerte. Temas estos que trató Georges Bataille, un antropólogo francés quien, a juicio de sus críticos, dominaba el arte de la transgresión. Bataille escribió el polémico libro El Erotismo, (Tusquets Ed. México, 2005) Veamos algunas de sus ideas:



    El espíritu humano está expuesto a los requerimientos más sorprendentes. Constantemente se da miedo a sí mismo. Sus movimientos eróticos le aterrorizan. El erotismo no puede ser estudiado sin, al hacerlo, tomar en consideración al ser humano mismo. En particular, no se puede tratar el erotismo independientemente de la historia del trabajo y de la historia de las religiones.



    Podemos decir que el erotismo es la aprobación de la vida hasta la muerte. Aunque la actividad erótica sea antes que nada una exuberancia de la vida, el objeto de esa búsqueda psicológica, independientemente de la aspiración a reproducir la vida, no es extraño a la muerte misma.



    La búsqueda de una continuidad del ser llevada a cabo sistemáticamente más allá del mundo inmediato, designa una manera del ser esencialmente religiosa. Sin la noción de continuidad, no llegaríamos a comprender de ningún modo la significación general del erotismo y la unidad de sus formas. Lo más violento para nosotros es la muerte; la cual, precisamente, nos arranca de la obstinación que tenemos de ver durar el ser discontinuo que somos.



    Toda la operación del erotismo tiene como fin alcanzar al ser en lo más íntimo, hasta el punto del desfallecimiento. El paso del estado normal al estado de deseo erótico supone en nosotros una disolución relativa del ser. Hay, en el paso de la actitud normal al deseo, una fascinación fundamental por la muerte. Lo que está en juego en el erotismo es siempre una disolución de las formas constituidas.



    Nunca hemos de dudar que, a pesar de las promesas de felicidad que la acompañan, la pasión comienza introduciendo desavenencia y perturbación. Le parece al amante que sólo el ser amado puede, en este mundo, realizar lo que nuestros límites prohíben: la plena confusión de dos seres, la continuidad de dos seres discontinuos. La pasión nos adentra así en el sufrimiento, puesto que es, en el fondo, la búsqueda de un imposible.



    La aprobación de la vida hasta la muerte es un desafío, tanto en el erotismo de los corazones como en el erotismo de los cuerpos. Es un desafío, a través de la indiferencia, a la muerte. La vida es acceso al ser; y, si bien la vida es mortal, la continuidad del ser no lo es…la perturbación erótica inmediata nos da un sentimiento de que lo supera todo. Luego, más allá de la embriaguez abierta a la vida juvenil, nos es dado el poder de abordar la muerte cara a cara y de ver en ella por fin la abertura a la continuidad imposible de entender y de conocer, que es el secreto del erotismo y cuyo secreto sólo el erotismo aporta.



    La poesía lleva al mismo punto que todas las formas del erotismo: a la indistinción, a la confusión de los objetos distintos. Nos conduce hacia la eternidad, nos conduce hacia la muerte y, por medio de la muerte, a la continuidad: la poesía es eternidad.

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